sábado, 2 de abril de 2011

Predicad el evangelio

¿En verdad no se han percatado los pastores evangélicos que predicando insistentemente el evangelio (de allí precisamente se deriva la categoría de evangelista o evangélico), con el tiempo caerían a tierra toda predicación y prácticas extrañas?

Declare el reino de los cielos

Declare el reino de los cielos, declare el reino de los cielos en su vida, declare el reino de los cielos en su familia...
¿Sabe qué? Mejor practíquelo.
Nuestro Señor Jesucristo le dio a Pedro las llaves del reino de los cielos:
... vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro 1:5-7).
No sé qué opine usted, pero el siervo inútil que le comparte estas cosas, opina que la llave maestra del reino de los cielos es el amor.
Pero, por ejemplo, practique la paciencia o la piedad, y todas las demás llaves le irán llegando de forma prácticamente automática.
En lugar de declarar el reino de los cielos mejor practíquelo.
En vez de declarar la biblia, mejor la estudio.
En vez de declarar el ejercicio, mejor me ejercito.
Mejor tomo el himnario como base para alabar a Dios que declarar el himnario.

¿Le pido un favor?

Lea usted en el evangelio según San Lucas cuando Zacarías fue lleno del Espíritu Santo.
Lea lo que expresó por el Espíritu. ¿Le da la impresión de que aquellas cosas que dijo estaban en una lengua extranjera? ¿Verdad que no?
¿Coincide conmigo en que todo aquello que expresó, fue en su propio idioma?
Oiga, ¿no le da la sensación de que, en el idioma original todo aquello que brotó de sus labios está en verso?