miércoles, 21 de julio de 2010

La maravillosa unidad

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. (Apocalipsis 21:23).
No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22:5).
De acuerdo con los textos anteriores, o se le llama Dios al Cordero, o se le nombra Dios a la luz que emana del Cordero (la lumbrera). Pero sea como sea, ¿cómo separar a la lumbrera de su luz?
Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. (Éxodo 3:2,4).
De nuevo, en estos dos textos, todo indica que, o Dios es el Ángel de Jehová (Cristo), o Dios es la llama de fuego, o Dios es el conjunto, o sea el Ángel de Jehová y la llama de fuego. Esto se parece mucho a lo que acabamos de leer del Apocalipsis:
El Ángel de Jehová es la lumbrera de la cual brota una llama de fuego.

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