lunes, 20 de septiembre de 2010

El don de lenguas

Cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los alrededor de ciento veinte discípulos reunidos el día de Pentecostés, y todos hablaron en otras lenguas, ello sucedió porque había extranjeros que se acercaron a ver qué sucedía. O sea que si no se hubieran encontrado extranjeros por ahí cerca, los discípulos del Señor no habrían hablado en otras lenguas.
El razonamiento anterior lo he escuchado por parte de muchas personas.
Pero veamos otros ciertos pasajes de la biblia:
Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. (1 Corintios 14:2).
Aquí el apóstol nos habla de la legitimidad de hablar en lenguas no a los hombres, sino a Dios.
Cuando dice: "... pues nadie le entiende", claro está que se refiere a la persona que habla en lenguas, a la cual nadie le entiende (sino Dios), ya que no hay por ahí algún extranjero que entienda aquella lengua, o alguien que tenga el don de interpretar lenguas. O sea que el don de lenguas se puede manifestar haya o no extranjeros en el momento y lugar.
Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. (1 Corintios 14:5,13).
Aquí nos hallamos de nuevo con la ausencia de alguien que interprete (que tenga el don, los estudios suficientes de la lengua extraña en cuestión, o el extranjero que entienda aquella lengua).
Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete.
Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. (1 Corintios 14:27-28).
Si no hay extranjeros en la iglesia que interpreten lo que otro habla, menos los va a haber cuando el que habla en lengua extraña hable para sí mismo y para Dios.
Como pudimos ver, el don de lenguas para nada está condicionado a la presencia de extranjeros. La regañada que se llevaron los corintios se debió, al parecer, por el mal uso (quizá se presumían unos a otros) que hacían del don de lenguas.

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