jueves, 4 de noviembre de 2010

Auténticos demonios

En el libro de los Números se habla del espíritu de celos, o sea que a los celos (a dicho sentimiento) se le llama espíritu. Quizá también les podríamos denominar espíritus a los siguientes: rencor, lujuria, orgullo, egoísmo, etc.
Y ¿qué resultarían éstos, comparándolos con el espíritu del Amor?
Indudablemente que el rencor, la lujuria, etc., vendrían a ser espíritus inmundos, auténticos demonios. Y a propósito...

... ¿Qué demonios son los demonios?
En muchos pasajes de la biblia (como por ejemplo en el libro de Job) se da a entender que el demonio es un ser (¿un ángel de maldad?) consciente.
Incluso hay un relato no bíblico que habla acerca de un ángel hermoso llamado Luzbel, el cual en complot con otros ángeles se rebeló contra Dios. El Señor los arrojó de su presencia y fueron rebajados a la condición de demonios.
Pero en la biblia, frecuentemente se encuentra uno con pasajes que lo dejan pensativo acerca de lo que realmente son los demonios:
Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud... (Génesis 8:21).
Aquí no se culpa al demonio sino al intento del corazón del hombre.
Cuando Aarón hizo el becerro de oro, se justificó diciéndole a Moisés: Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. (Éxodo 32:22).
Aarón no está culpando a ningún demonio, sino al pueblo de Israel `que es inclinado a mal`.
Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades. (Levítico 17:7).
Sin darlo por hecho, tal pareciera que en el verso anterior se les llama demonios a los ídolos.
No harás asi a Jehová tu Dios; porque toda cosa abminable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. (Deuteronomio 12:31).
Costumbre que luego copiaron los hijos de Israel:
Y deshecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.
Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal;
e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego... (2 Reyes 17:15-17).
Hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego, en honor de los becerros, Asera, todo el ejército de los cielos y baal. Quizá la única excepción lo sea "todo el ejército de los cielos", pero los demás no son otra cosa que ídolos o demonios.
Le despertaron a celos con los dioses ajenos;
lo provocaron a ira con abominaciones.
Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
A dioses que no habían conocido,
A nuevos dioses venidos de cerca,
Que no habían temido vuestros padres. (Deuteronomio 32:16-17).
Es decir, dioses ajenos = demonios y, seguramente = ídolos.
En 2 Reyes 17, leímos acerca de que los hijos de Israel siguieron la vanidad y se hicieron vanos.
Vanidad.-
Fragilidad, nada. Cosas vanas, inútiles.- Pequeño Larousse Ilustrado.
Vano.- Inútil.- Diccionario bíblico.
O sea que se fueron detrás de nadería, ídolos, dioses ajenos o demonios.
Y sirvieron a sus ídolos,
Los cuales fueron causa de su ruina.
Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios,
Y derramaron la sangre inocente,
La sangre de sus hijos y de sus hijas,
Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán,
Y la tierra fue contaminada con sangre. (Salmos 106:36-38).
En los versículos anteriores vemos que: demonios e ídolos de Canaán, es lo mismo.
Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación se su malvado corazón... (Jeremías 11:8).
Es decir que no los tentó ningún ángel malo sino su propio malvado corazón.
Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. (S. Mateo 16:21-23).
En algunas películas, cuando el Señor dijo: ¡Quítate de delante de mi, Satanás!, se da a entender que Jesús miraba a un lado de Pedro; pero la biblia narra que el Señor le dijo Satanás a Pedro.
¿Por qué? ¡Porque le estaba siendo tropiezo! Tal pareciera que le está llamando Satanás, no al Pedro líder, no al Pedro dedicado, sino al Pedro tentación.
-Pues sí, pero Jesucristo expulsaba a los demonios.
Además, los demonios hablan y le conocen.
Antes de reflexionar acerca de lo escrito dos renglones antes, veamos lo siguiente:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio (¿le está llamando "homicida" a la muerte?), y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él (tal pareciera que el Maestro aquí está afirmando que el diablo es una mentira). Cuando habla mentira, de suyo habla (¿habla lo que es él?); porque es mentiroso, y padre de mentira. (S. Juan 8:44).
Jehová Dios es Padre de verdad, y por lo tanto existe.
El demonio es padre de mentira, y por lo tanto ¿no existe?
¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?
Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. (1 Corintios 10:19-20).
Aquí el apóstol Pablo dice que ídolos y demonios son lo mismo. Un día, un hermano del grupo conocido como Testigos de Jehová me dijo que aquellos ídolos no eran en sí demonios, sino copias de los demonios. O sea que: ¿veían demonios, y luego les sacaban copia?
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disenciones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas... (Gálatas 5:19-21).
O sea que dichas obras, son las obras de nuestra propia carne.
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (Efesios 2:1-3).
¿No le está llamando príncipe de la potestad del aire a los deseos de la carne, a la voluntad de la carne y de los pensamientos? O es lo mismo, o tanto el demonio como los deseos de la carne están compitiendo a ver quién resulta más malo.
Tema pendiente:
- Jesucristo expulsaba a los demonios; además, los demonios hablan y le conocen.
¿Los demonios hablan directamente, por sí mismos? ¿No hablan más bien a través del poseído? La mentira, el odio, el orgullo, etc. ¿no hablan a través de los seres humanos?
En cuanto a que los demonios conocen a Jesús, eso en verdad es una de sus características que nos hacen pensar que los demonios son seres conscientes, no nada más de sí mismos, sino también de la existencia del Hijo de Dios.
Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede ésto? Y él dijo: Desde niño.
Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle...
Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. (S. Marcos 9:20-22,25).
Este espíritu mudo sordo e inmundo, en la actualidad, ¿no es lo que conocemos como epilepsia? Si hizo caso a la orden del Señor, es porque le conoce.
Jesús sana a la suegra de Pedro (si la sana ¿no quiere decir ello que le expulsa la enfermedad?): E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía. (S. Lucas 4:39).
Tal pareciera que la fiebre tiene oídos, y además: conoce a Jesús de Nazaret; si no fuera así , simplemente no le habría obedecido. Aunque, por supuesto aquí y en cada milagro del Señor lo que obra es la fe.
Luego de sanar a una mujer en el día de reposo:
Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo.
Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años... (S. Lucas 13:14-16).
Tal pareciera que a esta enfermedad con duración de dieciocho años, es a lo que el Señor le está llamando Satanás.
Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas. (Efesios 5:11).
¿Se refiere a las obras de la ignorancia, como por ejemplo la idolatría, el orgullo...? Pero, ¿reprender por ejemplo, al orgullo? Bueno y, ¿por qué no?
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6:12).
En el libro de los Hechos, este mismo Pablo habla acerca del dominio propio; y de acuerdo con la epístola segunda de Pedro, el dominio propio es una de las llaves del reino de los cielos.
¿No se referirá el apóstol Pablo a las huestes espirituales de maldad como algo contra lo cual hay que luchar, y no serán estas huestes cosas como: el rencor, el orgullo, la lujuria, la blasfemia, el egoísmo, etc.? Es decir, ¿no es esta la lucha que debe emprender todo cristiano para lograr el dominio propio?
¿No sería esta una lucha en las regiones celestes, o sea, una lucha mental?
De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.

... el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. (1Corintios 5:1,5).
Que yo sepa, hay varias cosas que destruyen la carne: la enfermedad (poco a poco por lo general), un accidente, una lesión provocada y, la muerte.
Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia,
manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos,
de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar. (1 Timoteo 1:18-20).
Sin la menor misericordia, ¿Pablo llevó ante un ser todo maldad a Himeneo y Alejandro, por bocones? ¿No se referirá el apóstol más bien, a que los dejó solos, aparte, en el abandono?
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. (Santiago 1:13-14).
O sea que si soy tentado no debo culpar a Dios; pero ahora resulta que tampoco le puedo echar la culpa al demonio, sino a mi propia concupiscencia.
Concupiscencia.- Deseo inmoderado de los bienes terrenos y de los goces sensuales. (Sinónimo: Codicia).- Pequeño Larousse Ilustrado.
Concupiscencia.- Apetito, deseo, pasión, placer.- Diccionario bíblico.
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (Santiago 4:1).
Sin comentarios.
La probable (quizá poco probable) no existencia del demonio y sus ángeles como seres conscientes, ¿mejora las cosas para nosotros?
Para nada. Ello empeora la situación, porque entonces resultaría que no tenemos a qué o a quién echarle la culpa de la maldad humana, sino a la propia humanidad.
Entonces va a resultar que el culpable, único culpable de mis fracasos, errores y tonterías sería yo mismo.
Tal vez, efectivamente el demonio y sus ángeles son seres reales y conscientes; pero hay mucha evidencia bíblica de que también se les llama demonios a muchas otras cosas, todas ellas malas desde luego.

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